
Pablo era guapo, educado y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Lucía se sentía atraída por él, pero no sabía cómo acercarse. Sin embargo, una tarde, mientras estaba en su balcón, Pablo salió a fumar y empezaron a hablar. Desde entonces, comenzaron a encontrarse con más frecuencia y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común.
Ambos compartían su amor por la música y la comida, y disfrutaban de largas caminatas por el parque. A medida que se iban conociendo, comenzaron a sentir algo más que amistad. Los días se volvieron más brillantes y las noches más cálidas. La relación entre ellos creció lentamente, y se dieron cuenta de que estaban enamorados.
Sin embargo, no todo fue fácil. Algunos vecinos empezaron a hablar mal de ellos y les decían que no podían estar juntos porque eran muy diferentes. Lucía se sintió triste y desanimada, pero Pablo siempre la apoyó y le recordó cuánto la amaba. Con su amor como ancla, superaron las críticas y demostraron que su amor era real.
Desde entonces, Pablo y Lucía se han convertido en la pareja más feliz del edificio. A menudo se los ve juntos en el parque, tomando café en su balcón o subiendo juntos en el ascensor. Todos los demás vecinos pueden ver lo enamorados que están y se han dado cuenta de que el amor no tiene edad ni fronteras.
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